martes, 20 de julio de 2010

Remontarse, ayuda a vivir.

Otro ataque de sinceridad a punto mayéutica, ha sido el que nuevamente me ha permitido pensar, o empezar a hacerlo, pero con la cabeza, ya no con los pies.
Siguiendo este toque de filosofía griega, Hermes, ha venido a darnos otro mensaje. Sofía, que vengo a ser yo, al menos por un día, ha decidido aprehender una vez más.
Cuan incómodo resulta dejar de parpadear, paliar el miedo, y por fin abrir los ojos. Resulta que después de tanto socabar en mi conciencia, me he convencido a mi misma, que pensar aquello jamás imaginado, no es veneno para el alma.Palpar la realidad, percibir sus cambios, no es precisamente ácido muríatico destructor de seguridades. Pero sí de irrealidades.
He encontrado hoy, otras miradas que apoyan mi postura y acompañan mi desafío. Porque cuando las palabras no suenan de la misma forma, y cuando las manos ya no se estrechan sinceramente, es tiempo de dejar atrás, lo que ERA, y comenzar a amigarnos con lo que ES.
Nada es como en la antigua Grecia, pues la Posmodernidad nos ha regalado nuevos códigos que rigen también una nueva forma de vivir.No imagino a Sócrates y Platón filosofando acerca de los cánones de amistades sinceras, por suerte en aquellas épocas, eso de la palabra, era casi un hecho, exceptuando a los renombrados sofistas, un tanto fanfarrones y la calamucheros.
Prefiero convertirme en un gordito barbudón calado de anticuado con pinta de verdad, a vivir rodeado de palabras sueltas, que a la primera brisa, se van, se van y se olvidan en el viento.
En mi mundo, el mundo de sofía, todavía la palabra exige su lugar.

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