lunes, 6 de septiembre de 2010

Más conocido como : Momentobondi.


Con las míseras ganas de salvar la mañana malusada de hoy, elegí volcar en letras una más de las historias que formula mi cabeza en los tiempos de ocio momentaneo, por ejemplo como el que sucede mientras me dirijo de un destino a otro, en el glamurosamente polvoriento 118, o en su defecto 102. El que primero se digne a obedecer el llamado de mi largo brazo, deforme por cierto. (no ha sido proporcionado a la hora de darmelos jiji, aún así gracias tataDios)
En fin, y retrotrayéndome al suceso matutino al que muchos se evocan con odiada continuidad, (pues a quien no le gustaría contar aunque sea con un humilde fito sin puertas), que actue como patas, SIEMPRE más rápido que la inoperancia, del casi 80% de los amables y emblemáticos hombres que se encuentran al mando de tan prolongado elemento. Los choferes de bondi, se han convertido en los últimos años, en sujetos de mitos sociales y urbanos, que buscan encontrar un porqué a su cara maltrecha y cuerpo cansado.
Debido al tráfico tucumano, siempre el "momentobondi" me regala una reflexión. A pesar de la inflación, valoro que 2 pesos pueden suplantar mucho más efectivamente el fajo que solemos entregarle a nuestro psicoanalísta de cabecera. Y es que realmente en ese asiento sucio y destartalado, a más de uno se le ocurren las ideas más brillantes, los proyectos mas elocuentes y las teorías más inocuas. Formas y formas de cambiar el mundo, de dejar de fumar, concientizaciones profundas de porque vale la pena comer chocolates. Programas de fin de semana, chismes y primicias, comienzos y finales amorosos, política economía y moral, todo se imprime en los vidrios y en el aire que pasa justo en ese momento, en el que Osvaldo aprieta el acelerador trasladando miles de almas que cargan con sus historias en la mochila.
Pero para Osvaldo éste es un día como otros. Esta tan acostumbrado a escuchar artimañas humanas casi como escuchar a cada segundo el molesto ruido de la ventana suelta del fondo. (de por cierto, ¡ me aturdió!).
Pero el mundo se para, los ruidos casi desaparecen, cuando Ella, asciende al coche. Es Norma, mujer esbelta, rondeando los casi 40. Pelo suelto que aún saborea el agua de la reciente ducha. Piel trigueña que brilla como el sol, de esa misma calurosa matina. Suelta el ¡ Osvi ! matador y él casi obnubilado, gira holgadamente su cabeza hacia Norma y tira como dos flechas de fuego, la mirada penetrante. Instante en el que todo se detuvo para éstos dos esclavos de cupido.
Osvi casi pierde el control de su nave. Es entonces que bocinasos estridentes rompen con el climax.
Norma, mientras, se agarra fuertemente del trono que acompaña a su hombre durante la jornada de trabajo, aquel saltarin asiento negro, y suelta un ayy de desesperación.
Momento clave.
Osvi, mientras saca pecho y se pone nuevamente al mando de su Mercedes 118, busca tranquilizar a su mujer. Prepara una seria de vociferaciones machistas dirigidas al culpable de arruinar EL momento.
No pasa nada mami, tomá -le da el boleto- hoy como siempre te regalo el viaje.
Ay gracia y perdón por la ditrasión- le dice, y se retira enamorada a la tercera o cuarta fila, sintiendose mujer y afortunada, con el rouge en los labios, que se muerden al ver por el espejo al que le quita el sueño.
Mientras yo observo todo, gracias a aquél butacón hundido del fondo que me regala una vista panorámica del bondibus.
Sin dudas después de la historia de amor de Osvaldo y Norma, nada acapara mi atención dentro de esas chapas descoloridas que se levantan por ensima de las ruedas. Salvo aquél raro con mechudos pelos rubios que se zarandean al son del viento que entra por las ventanas,prisionero de los auriculares y con ansias de libertad eterna.
Ignis Marie, suena en mi celular, y entonces vuelvo al delirio . Miro por la ventana, y justo al doblar me encuentro con Don Joaquín, el viejo de boina gris, pañuelo rojo al cuello, signo de que los años no han aniquilado su bravío caracater, sweter a rayas azules y blancas, abultonado por esa panza de años, que ameritan el buen vivir...y el Buen comer,sobre todo.
Bajo sus espesas cejas se encuentran ojos cargados de historia, de consejos y de sabiduría. Seguramente el paso de la vida lo ha dejado solo. Su mueca de ensayada alegría me lo dice. Pero allí está. De pie. Espera en la parada quien sabe qué. El bondi, claro. Pero siempre hay algo más. Seguramente eso que nadie puede regresarle, su juventud. Pero todo es un sinfín imparable. El tiempo nunca se detiene. Y me cabeza tampoco.
Historias paralelas cruzan la calle, y caminan en la vereda del frente.
Aquella exótica pareja dispareja. Ella, claramente extrangera, deja ver su pálida piel por debajo de ese vestido que apenas la tapa. Demasiado atérmica para la tímida primavera que recién comienza a asomarse. Èl alto y morosho.Pelo negro rebosante. Y es ahí donde comienzo a cuestionarme lo raro que es el amor. Que loco, es coincidir con alguien, quizá nada que ver..pero a la vez tan igual a uno. Como ellos dos,que caminan fuerte de la mano proyectando valla uno a saber que cosa. Pero Osvaldo bruscamente hace notar su decisión de querer acelerar el paso.
Vuelvo a mirar y en menos de un segundo el panorama cambia por completo. Acurrucada en un rincón de la esquina, esta María junto a sus cinco pequeños monstruitos. Cinco enanos que corren persiguiendo al pajarito que vuela por ahi, y recordándome cuan simple era la vida en los años de niñez. Se rien aún no teniendo nada, y María también ríe con ellos.
Ellos allá y yo aquí, con todo, sin faltarme nada.Pero aún así casi vacía. Es que cuando no saboreamos la necesidad, no nos damos cuenta de lo afortunados que somos.
Sino después de habernos golpiado con la vida, somos capaces de aprender y asumir que en algo tenemos que cambiar.
Vivimos esperando. Pero jamás vivimos.
Tantas historias percibidas en un "momentobondi", como la de Osvaldo y Norma, Joaquín, los parejos disparejos, María y los enanos, me ayudan a creer que ellos, podrán ser personas comunes, pero que algo me han dejado, algo han podido transmitirme. A su forma, gusto y piacere.
Aprendí a ver que aún el más distinto a mí, tiene algo para enseñarme. Y que también en los días más comunes, damos paso tras paso, dejando huellas. Siempre detrás viene otro a recojerlas. Como yo.
Joaquin ni sabe que existo, pero su mirada de vejez,me ha enseñado que hay que poner empeño en el vivir. María ni sabe que la miraba, y menos aún sus hijos, pero ahorá se que se puede ser feliz sin nada. Y la rubia y el morosho, me han recordado cuan sabio y loco es el amor...
Osvaldo y Norma, son la encarnación tucumana de Romeo y Julieta de Shakespeare. Tendrían que aprender, los hombres, de tan viril caballero, excepto del "mami".. y rebúscarselas como él, para capturar a las mujeres...

Ahora, Norma, se acerca al conductor, y lo seduce nuevamente. Seguramente ya se va. Claro la vida tiene que continuar. Pero antes cruzan las últimas palabras, se miran, y él le guiña el ojo. Ella chocha, se toma de la baranda y con estilo..baja y aterriza a la vereda. Toma su cartera con las dos manos y se decide a caminar.
Por último dos bocinazos como signos vitales del amor. Y Osvaldo continúa camino.

Por fin, me paro, tocó el tiembre. Osvi, me abre la puerta trasera y casi sin esperar a que baje, arranca con desinterés evidente. Claro, no soy Norma.

Mientras la canción termina, llego a mi casa
Abro la puerta, y la vida comienza de nuevo...pero diferente..
Porque ningún día es igual a otro.

1 comentario:

  1. Muy bueno Agus ... seguro no te acordas de mi, pero te conozco desde practicamente el dia que naciste !
    Encontre to blog y ahora lo seguire !
    Mi nombre es Pablo Gomez y vivo en Londres, Reino Unido. Seguro que tu hermana Fernanda te contara de mi !!!

    Un beso,

    Pablo ... un Tucumano en Londres !

    ResponderEliminar