miércoles, 20 de octubre de 2010

Diez después.


Extrañé esa mirada desde el día de su muerte, que fue un poco la mía. La mirada cierta, recóndita, verídica,sin vueltas. Deambulo por la tierra, carente de la única aprobación, asombro,aliento o deleite absolutamente creíble, sin otra intención que la del amor sin tacha. Cuando se apagó su brillo , me acostumbré a mi páramo exclusivo, pero la mirada permaneció en una circunvalación de mi memoria: surge en sueños y estalla, sin anuncios, en los ojos de algún hijo, un amigo, un extraño,ayudándome a levantarme después de un tropezón, un error, un lapsus.
A veces, aparece en un retrato que uno quisiera dar la vuelta,arrojar por la ventana de las pérdidas, pero al que termina colocándole una flor fresca, para que crezca, para que dure una semana o más, y a la que le renueva el agua, se la recorta, se la besa, se la acricia, se le habla,.. se le pone una pizca de aspirina; tal como a la mirada le gustaba que perudurara la belleza. Después, se la coloca a marchitar graciosamente en un libro, como en mi caso se la recrea, son sus pétalos agostados en un cuadro colorido sobre terciopelo negro. La mirada acostumbraba a prolongar todo existir, nada terminaba si ella alentaba el curso y recurso de los días,en su escritorio impecable, con su desdén por la pesca, en sus bigotes peinados y su perfume inconfundible.camisa a cuadros y pantalón de vestir. Zapatos en los pies, y en la cara una sonrisa que no se va más...
La mirada había decidido que nada desapareciera, lo que nos convenció de que ella tampoco lo haría, aunque no llegáramos a pensarlo en términos reales. Alguien que me quería bien me advirtió que la mirada tendría su fin, que lo asumiera de una vez y casi me enojé. Ambos teniamos razón: la mirada, cuya mano abierta y atareada en quehaceres,pronta a la caricia, que yo enocontraba con solo dar un paso, se esfumó, pero insistió en quedarse en mi retina, por si acaso la necesitaba. También permaneció como sostén de mis miedos y terquedad de mis metas.
La mirada en cuestión no muere, aunque uno la llore mil veces cuando nadie lo mira. Esta ahí. Permanece. Impertérrita a toda ciencia terrenal, porque ya decidió desde siempre, ser eterna.
La mirada establece vínculos y los conserva, pero solo paralos valientes; los demás, los descreídos, los escépticos, los burlones, que busquen la suya...si es que la encuentran. La mirada tiene parpadeos, alborozos, regocijos, desdenes, aprobaciones ydesacuerdos. Desconoce la indiferencia.
La mirada cuida que el dobladillo que intento no se tuerza, que la frase que emito me enaltezca y que los impulsos no me empujen al borde de un abismo. Es invasora, como lo fue en vida. Invasora por desmesura sentimental y tozudez.. entonces, ¡ basta !. Es mi tiempo. Pero no. La mirada, que es paciente además de rediviva, ya sabe y enseñó que "dar el paso de más" traducido en un minúsculo gesto o ademán, vocablo o pensamiento, se introducirá en el otro y lo volverá un extraño o un igual, un desencantado o un entusiasta, un dadivoso o un escéptico.
La mirada tuvo sus yerros solo justificados por su entrega. Es probable que desde el más allá vuelva a equivocarse, a exigir lo imposible, a esperar lo intrincado, a reclamar lo arduo y dificultoso y casi intransitable.
Confiaba en nosotros. Confiaba aún después de su muerte.
La mirada sin artificiós de plástico nos mantiene vivos y de pie : valerosos en las borrascadas,pletóricos en la fe,porfiados en la constancia y héroes anónimos de nuestra crónica diaria, que ella germinó como una gesta inmortal, tan inmortal como ella y a pesar de ella.
Extrañóte Bigotes.

2 comentarios:

  1. Muyy profundo prima, esa mirada te acompañará - por suerte- en cada instante de tu vida ... sos una gran expresadora, poetica y bella por dentro y por fuera

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